La labor de Lydia Lozano es de las más necesarias de todo Sálvame. La periodista de origen palmero rema a favor de obra, día sí, día también. Carece del sentido del ridículo, y eso permite, por ejemplo, que la veamos bailar su famoso “baile chuminero” cada vez que suena una música festiva, transmite luz y diversión siempre que puede, y juega muy bien sus cartas como colaboradora. Eso, sin embargo, no significa que esté protegida, ni mucho menos. Es una mujer con las emociones a flor de piel, y tan pronto ríe como se enfada y termina llorando.