"Tengo abierto pero no entra la gente", se lamenta el empleado de una tienda de comestibles en la avenida Angamos de Lima.
Es uno de los muchos habitantes de Lima que no se enteraron a tiempo de que el presidente Pedro Castillo había decretado un estado de emergencia hasta la medianoche del martes en las provincias de Lima y Callao para frenar las protestas e incidentes en las que ha derivado la huelga del transporte iniciada la semana pasada en Perú.
Como resultado, Lima, una conurbación de más de 9,6 millones de habitantes habitualmente congestionada, era este martes una ciudad semiparalizada.