El olor a humedad penetra las paredes de casas agrietadas por la furia del agua, mientras carros permanecen incrustados en el barro tras una de las inundaciones que han asolado varios estados de Venezuela en el último trimestre.
Los desastres dejados por intensas precipitaciones suman otro dolor de cabeza a los venezolanos, que además de lidiar con la imparable inflación, cortes eléctricos, escasez de combustible y colapso de servicios públicos, han quedado sin nada.
"Yo perdí todo, quedé desnuda, perdí mi cama, todo, esta ropa que tengo es donada", cuenta a la AFP Deici Rodríguez, una cocinera de 62 años que resiente los efectos de la peor lluvia registrada en su comunidad en los últimos 30 años.