Un felino de unos 37 metros de largo con el cuerpo extendido en la colina de un desierto y que mira de frente a sus observadores parecería difícil de ignorar.
Pero el geoglifo que representa a esta figura en las Pampas de Nasca, Ica, Perú, había pasado desapercibido por años, debido a la erosión del terreno.
Hasta que a inicios de 2020, unos arqueólogos del Ministerio de Cultura detectaron al animal trazado en la arena del desierto de Ica, a unos 400 kilómetros al sur de Lima, muy cerca de otras de las figuras que conforman las famosas "líneas de Nasca".