Lejos quedó el Fondo Monetario Internacional de la temible Anne Krueger; ese de finales de 2001 que coincidió con una crisis política en Argentina que derivó en la sucesión de cinco presidentes en 11 días y un colapso económico que propuso un default de deuda externa aplaudido en el Congreso de la Nación.
El de ahora es otro FMI, casi opuesto, aunque también conducido por una mujer, Kristalina Georgieva. Sensible y contenedor, este Fondo no para de darle oportunidades a la Argentina. Permitió una renegociación que encaró el exministro Martín Guzmán, muy criticada por el actual titular de Hacienda, Sergio Massa, quien en cada revisión obtiene mejoras y perdones impensados en otros tiempos.