Durante todo el recorrido del ciclo de Lionel Scaloni, daba la impresión de que nada alcanzaba para ser una real medida. No lo fue la final ganada a Brasil por la Copa América en el Maracaná, tampoco los 36 partidos sin conocer la derrota entre Eliminatorias y amistosos, menos la Finalíssima ante Italia (3-0) en Londres. A cada acontecimiento se le daba valor y se les reconocía méritos, pero siempre surgía un “pero…” a la hora de proyectar las ilusiones rumbo al Mundial de Qatar 2022.
Que no jugó contra un europeo de peso, ya que incluso Italia había tenido bajas y lesionados, que la falta de amistosos contra conjuntos del Viejo Continente por las dificultades de los calendarios iba a llevar al equipo a una realidad ficticia, sin tener medidas reales de las potencias como Alemania, Francia, España o Inglaterra.