(Bloomberg) -- Las bandas de mariachis suelen animar las calles de Ciudad de México con sus trajes bordados y canciones tocadas con trompetas, guitarras y violines. Pero desde marzo, no había nadie que los viera actuar, con las plazas de la ciudad vacías y las reuniones sociales paralizadas.
Ciudad de México ha sido duramente golpeada por la pandemia, con el conteo más alto de casos y muertes por covid-19 en el país. A mediados de junio, la alcaldesa Claudia Scheinbaum retrasó planes para una reapertura gradual a medida que los casos aumentaban rápidamente. Durante los primeros tres meses de la pandemia, Marco Antonio Mojardín Peña, de 39 años, quien ha trabajado como mariachi durante 18 años, se mudó temporalmente a Xalatlaco, un pueblo del estado de México donde vive su familia, porque no podía permitirse quedarse en la ciudad.