Un gol de taco en la cancha del eterno rival en 2004 hizo que empezara a meterse en el corazón del hincha de Tigre, y 112 tantos, cuatro etapas y una estrella en la primera A después, Carlos Luna se retiró del club en enero de este año. Y del fútbol, en puntas de pie. El Chino, nacido en Piquillín, un pueblito cordobés de mil habitantes, criado sin padre y portando orgulloso el apellido de la madre, nunca fue un dechado de virtudes técnicas, pero con perseverancia y ayuda psicológica pudo creérsela y jugar en Europa y en dos grandes de la Argentina y transformarse en el segundo goleador histórico de Tigre.