Nick Kyrgios habla mucho. Le encanta hablar. Prácticamente, ha hecho una carrera de ello y en esta cuarentena ha podido perfeccionarla porque, en realidad, no había mucho más que hacer. Activo en las redes sociales, el australiano ha aprovechado estos días para mostrar sus avances en los videojuegos, intentar lavar su imagen de “chico malo” mientras reconocía sin pudor alguno sus excesos y “retar” a Rafa Nadal a una conversación por Instagram que el mallorquín declinó muy educadamente.
Kyrgios busca su sitio y cada vez está menos claro cuál es.