Lograr que se desinfle la burbuja inmobiliaria sin que se pinche. Ese parece ser el objetivo del gobierno chino.
Y uno de los primeros damnificados en este nuevo enfoque de Pekín es la segunda promotora de viviendas del país por número de ventas.
El gigante Evergrande atraviesa momentos difíciles que le sitúan al borde de la quiebra. La compañía arrastra una enorme deuda que asciende a unos US$300.000 millones.
Las acciones de la empresa han caído un 80% en lo que va de año coincidiendo con el endurecimiento normativo impuesto el año pasado por las autoridades chinas.