El partido de Champions League de anoche entre el París Saint-Germain y el Basaksehir de Estambul parecía que iba a ser un mero trámite, toda vez que los turcos ya estaban eliminados y para los franceses la posibilidad de eliminación era remotísima; el único misterio era ver si pasaban a octavos como primeros o como segundos de grupo. Con tan escasos alicientes el balón empezó a rodar en el Parque de los Príncipes, y todo transcurría con relativa y anodina tranquilidad hasta que un hecho insólito lo puso todo patas arriba. Un supuesto insulto racista del cuarto árbitro hacia un integrante del cuerpo técnico del equipo oriental acabó derivando en la negativa a jugar por parte de ambas plantillas y la suspensión del partido, que se deberá reanudar hoy con jueces distintos.