Durante el partido entre Cruz Azul contra Tigres en la ida de los cuartos de final de la Liga MX, el arbitraje salió a relucir y no por su buena actuación. El árbitro central del encuentro, Fernando Hernández, juzgó una patada del delantero felino, Nicolás López, con tarjeta roja, mientras que Cristian Tabó, quien dio un golpe casi igual, solamente vio el cartón preventivo.
Lo que un día es al otro no: así se ejemplifica muy bien una de las causas más importantes del pésimo arbitraje mexicano, la volatilidad en el criterio para tomar decisiones.