Si, en algún cataclismo, se destruyera todo el conocimiento científico pero tuviéramos la oportunidad de transmitirle una sola frase a las siguientes generaciones de criaturas, ¿cuál debería ser esa oración?
Esa es la pregunta que posó sobre los hombros de unos estudiantes de pregrado un día de 1961 el físico Richard Feynman, en una de sus legendarias conferencias dictadas en el Instituto de Tecnología de California o Caltech.
Si estás apiadándote de los pobres estudiantes, deja a un lado la lástima.
No solo el mismo Feynman respondió la pregunta inmediatamente, sino que tenían la fortuna de estar ante quien es ampliamente considerado como el físico más influyente desde Albert Einstein.