ROMA.- En Gran Bretaña, si bien el derrumbe económico fue mayormente autoinfligido por un programa impositivo inconsistente, la renuncia de la premier Liz Truss envió tal vez la señal más clara hasta el momento acerca de los peligros políticos que les esperan a quienes no logren atacar la inflación y el deterioro de los niveles de vida. Podría decirse que la situación es más difícil en la Unión Europea. La tasa anual llegó a su máximo en décadas: 10,9% en septiembre, cuando un año antes fue 3,6%.
La tasa es peor aun que la de Estados Unidos y Gran Bretaña, y está impulsada principalmente por los daños causados por la angustiosa salida del bloque único de su larga dependencia del gas ruso, en su intento por castigar la invasión a Ucrania decretada por el presidente ruso, Vladimir Putin.