De las más de tres millones de aplicaciones para teléfonos y otros dispositivos móviles (como los relojes inteligentes) que hay en las distintas plataformas, más de 100.000, según el Institute for Health Informatics, están orientadas a la salud y la medicina. En todo ese almacén coexisten algunas útiles con otras de eficacia menor. No obstante, su existencia pone de manifiesto la capacidad de las aplicaciones móviles para monitorizar y promover la salud individual, modificar hábitos, favorecer la relación entre médicos y pacientes, seguir una dolencia o almacenar datos significativos para un diagnóstico. Cinco investigaciones científicas se han fijado en los últimos dos meses en el potencial de estas herramientas para desarrollar sistemas de telefonía o dispositivos móviles para salvar vidas o mejorarlas.