PARIS.– Vladimir Putin repite desde hace diez años que Rusia posee la segunda potencia militar más moderna del planeta. Sin embargo, corrompidas por la corrupción, engañadas por los espejismos de conflictos muy diferentes a la guerra de Ucrania, las fuerzas armadas rusas están revelando sus inmensas debilidades. Tantas, que los expertos occidentales ya la denominan con ironía “la armada Potemkin”.
El 1° de marzo de 2018, un atronador aplauso resonó entonces en el Manège, edificio histórico a dos pasos del Kremlin donde, en un show jupiterino, Vladimir Putin presentó los progresos militares del país: drones a propulsión nuclear, sistemas de defensa hipersónicos “que siguen sus blancos como un meteorito”, armas apocalípticas “que nadie posee en el mundo”… El presidente ruso no parecía tener límites: presentó tan bien la excelencia militar del Kremlin, que la mayoría de los expertos terminaron por creerle.