Apenas 23 segundos fueron necesarios para la primera emoción en la final de la Champions League.
Mané recibió cerca del área del Tottenham, levantó la cabeza y tiró un centro bajo que supuestamente impactó en la mano de Sissoko. El árbitro no dudó y cobró penal.
Salah se hizo cargo de la ejecución y puso el 1 a 0 para el Liverpool.