Corría el minuto setenta del encuentro contra el PSV cuando el central del FC Barcelona, Gerard Piqué, mandaba el balón al fondo de la red tras una genialidad, de nuevo, de Leo Messi. El argentino botó una falta de manera sorprendente, dejando prácticamente solo a Piqué para marcar el segundo de la noche para los azulgranas.
El gol, además de dar tranquilidad al equipo de Valverde en el encuentro y certificar el liderazgo del grupo matemáticamente, tuvo una peculiaridad ya que, con el tanto, Piqué se convertía en el defensa que más goles (11) había marcado con el Barça en Champions League.