Hace ya bastantes años, tal vez demasiados, que dejamos de ser niños. La adolescencia quedó atrás y esa rebeldía que suponía enfrentarte al profesor tras no llevar los deberes hechos llegó a su fin. En el grado de formación profesional, la universidad o incluso en el trabajo aprendimos que tener los deberes hechos, incluso con antelación, facilita todas las labores. Bueno, tal vez aquello de terminar las cosas con antelación y no sobre el reloj no lo terminamos de aprender nunca. Noches enteras terminando aquel trabajo del ‘ya mañana lo haré’. No lo aprendimos, pero sí envidiamos a aquellos que lo aprendieron y se relajaban mientras el resto trabajaba.