El 2 a 0 de anoche en el Monumental desnudó las falencias de un técnico y remarcó las virtudes de otro. River superó a Boca dentro de la cancha por mucho más que los dos goles que indica el resultado, y Gallardo goleó a Alfaro, en el césped y en los micrófonos.
Con la pelota rodando, el Muñeco intentó hacer lo que mejor sabe, sin importarle el rival, la instancia ni el marco. River fue protagonista porque está en el ADN de este equipo. No conoce otra forma. Salió a presionar como lo suele hacer, a imponer su juego intenso, de recuperación rápida y de búsqueda permanente del arco contrario.