Esta tenía que haber sido su gran temporada, el año en el que Gareth Bale despertara de la sombra de Cristiano Ronaldo y comenzara a brillar por sí mismo. El Madrid se lo jugó todo a la carta del galés, le entregó los galones del equipo, tenía pista libre para jugar por su añorada banda izquierda y demostrar que no es ningún segundón, pero el resultado no pudo ser peor tanto para el conjunto blanco como para el jugador.
Después de una temporada aciaga Bale está más que sentenciado por la afición, ya no tiene el apoyo de la directiva y Zinedine Zidane no cuenta con él.