Vergüenza es lo que deben sentir los aficionados griegos al fútbol después de los hechos que acontecieron el pasado fin de semana en la Superliga griega. Corría el minuto 89 del encuentro cuando el presidente del club local, el PAOK, tercero en la clasificación, bajó a increpar al árbitro del encuentro después de que éste hubiese anulado un gol a los locales ¡Con una pistola!
Para situarse en contexto, por primera vez en muchos años, parece que la hegemonía que ejerce el Olympiakos podría llegar a su fin. Consciente de ello, tanto PAOK como AEK de Atenas (actual líder) se jugaban algo más que tres puntos.