Hay goles que entran en la historia para siempre. Faltaban 20 minutos y Manchester City no podía con Leicester. Los ojos estaban puestos en los grandes jugadores que tiene el equipo de Pep Guardiola en el ataque, pero el gran salvador fue el capitán: Vincent Kompany.
El defensor, que no se caracteriza justamente por el buen pie, pateó desde muy lejos y la clavó en un ángulo. Su golazo, que puede valer un título, generó la sorpresa de todos y se dio una divertida situación con el Kun Aguero.
Tras el partido, el argentino le recordó entre risas que le había pedido que no pateará.