Muchos aficionados tienen a los futbolistas idealizados. Se les escapa que detrás de cada astro del balón hay una persona con sus defectos o sus virtudes. Algunos tienen la egolatría y la prepotencia como virtud. Ganan tanto dinero y son tan amados que se olvidan que son exactamente igual que el que tienen al lado, se creen superiores. Muchos llevan la superioridad con cabeza, algunos un poco descontrolados, otros, como el protagonista de nuestra noticia hasta puntos repudiables.
Stanislav Manayev es uno de esos futbolistas que no tienen cabeza alguna y ha realizado un acto que está siendo criticado por el mundo entero.