Pudo haber ocurrido una catástrofe, pero al final quedó más en un susto que en una tragedia. Ayer, durante la disputa del Éibar - Sevilla, después del tanto de penalti marcado por Banega, una parte de la valla del estadio de Ipurúa, donde estaban los aficionados sevillistas, se vino abajo, precipitando a 30 aficionados al vacío y dejando un total de 14 heridos. Por suerte, no había una gran elevación entre los aficionados y el suelo y solo hubo contusiones y alguna fractura leve.
Pero por grave que parezca en una Liga que presume ser la mejor del mundo, no es la primera vez que ocurre, ni siquiera es el primer susto de esta temporada tras lo ocurrido en el estadio de Vallecas el mes pasado, que obligó a cerrar el estadio.