PEKÍN — China no movió montañas para ser la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 2022. Pero sí inundó el lecho de un río seco, desvió agua de una reserva importante que suministra a Pekín y reubicó a centenares de agricultores y a sus familias con el fin de consolidar una de las operaciones de producción de nieve más extensas en la historia de los juegos.
Esto es lo que ocurre cuando el Comité Olímpico Internacional decide llevar los Juegos Olímpicos a un lugar donde uno de los ingredientes más importantes para los deportes de invierno es casi inexistente: la nieve.