El rumbo que ha tomado la temporada 2018-19 de Brandon Ingram es sencillamente fascinante.
El ha lidiado en esta campaña con todos los factores externos posibles: una suspensión de cuatro partidos por un golpe a Chris Paul en el segundo juego de la temporada, un esguince en su tobillo izquierdo que lo tuvo marginado siete partidos a comienzos de diciembre, y un sinfín de cambios de rol – adaptándose a las necesidades del equipo ante las bajas repetidas de Rajon Rondo, Lonzo Ball, LeBron James, y compañía.
Esto no es nada nuevo, ya que los cambios (y algunas lesiones) han sido la constante en su corto periplo por la NBA.